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Teresa dejó Barcelona y su profesión como logopeda para mudarse al pueblo de su familia, Fornillos de Fermoselle, un pueblo de unos 80 habitantes. Su abuela ya elaboraba mermeladas y Teresa siguió haciéndolas, primero como hobby y luego como profesión. Ahora, necesita ampliar la cocina porque la demanda es tal que ya no da a basto, pero quiere seguir controlando toda la producción de forma artesanal sin llegar a industrializar el proceso. En el silencio de su casa, con una ventana que da a su jardín, vigila los fogones, y mientras cocina mira a sus membrillos, sus tomates, calabazas, pimientos, higos, etc...
La mañana de la entrevista, Teresa estaba preparando mermelada de calabacín. Me impresionó su técnica, precisa y lenta, como todas las cosas bien hechas. Es rigurosa y metódica con todo el proceso de elaboración. Es exigente con los ingredientes, todos ellos ecológicos, como los limones que le acababan de mandar de Levante esos días. Le gusta experimentar con hierbas y especias. Lo cierto es que no esperábamos hablar en este rincón de Arribes sobre curry o chutney de manzana, de pera o de naranja.
Teresa está enamorada de este lugar maravilloso, pero también es consciente del papel que desempeña con su trabajo. Potenciar el autoempleo y promocionar la zona, luchando para que estas zonas rurales no caigan en el olvido de las autoridades, sin desanimarse porque queda mucho camino por recorrer. No es fácil ese camino elegido. Pero como sus mermeladas, que requieren tiempo, el resultado es sorprendente.
Tráiler del documental de Zev Robinson aquí: "Arribes: el resto es barullo"
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