No tenían máquina de coser y todo se cosía a mano, incluso tenían que encerar los hilos.
En el rato que estuve en su taller, le pidieron que pusiera unas chapas, que remendara un bolso, arreglara unas deportivas, duplicara unas llaves y reparara un cinturón de cuero. ¡y todo para ya!
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Con unos hijos que aunque conocen ya el oficio no están dispuestos a continuar con la tradición familiar, Angel se pregunta qué pasará cuando él se jubile y quién cuidará de los zapatos de la gente de Utiel.
Más fotos de Ángel en su taller en mi página Flickr
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