Angelina empezó a cuidar de las cabras de su padre cuando tenía doce años. Ahora tiene 71.
Lo que quería de verdad era ir a la escuela como sus amigas y su único sueño cuando subía a los chiviteros con sus cabras era volver al pueblo corriendo para aprendar "la letra". Su abuelo y su padre construyeron los chiviteros, un corral para cabras donde se metían los cabritos por las noches para que la zorra no se los comiera. Se ponía la piedra para tapar cualquier hueco y se cubría con escoba. Hoy es un paraje turístico pero fue donde Angelina pasó su juventud.
Tráiler del documental de Zev Robinson que saldrá este próximo otoño.
Artículo en la Opinión de Zamora tras los días de grabación.
Taller de cerámica en Gamones de la ceramista madrileña Núria Martin.
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